20 de junio de 2016

El analista y una tentativa de su función en la institución


La pregunta por el trabajo del psicoanalista en una institución de salud mental, es algo que insiste en las discusiones dentro de nuestra asociación. De distintas maneras he escuchado a mis colegas de la ALP presentar su singular quehacer con los dispositivos institucionales, los cuales a su vez también tienen sus singularidades. De aquellas discusiones y de mi praxis en instituciones de salud ha surgido mi interés en formalizar, para intentar decir lo que hace un analista de orientación lacanianaen un dispositivo de salud institucional. Ahí es necesario poner el acento en “un”, puesto que cada cual inventa una manera de sortear los impasses de la institución, los cuales son solidarios del psiquismo de ese analista. Deriva de lo anterior, la consideración de lo singular del analista y aquellos elementos que se podrían considerar comunes a su inserción en algún dispositivo sanitario.
Para trabajar el tema me parece orientadora la siguiente referencia:
A mi juicio, es absolutamente viable practicar el psicoanálisis en las instituciones, bajo la denominación que se quiera y más allá de  cualquier dogmatismo no útil. El punto es verificar si hay psicoanalistas en las instituciones y cómo saben hacer con las contingencias institucionales. (Aveggio, R. 2013, p. 376)
Se destaca, de dos maneras diferentes y a la vez excluyentes, que la inserción en la institución, es más problema del analista que de la teoría o la institución. Lo anterior porque serán las lecturas dogmáticas de la teoría, como la rivalidad que podría establecer con la institución, las que podrían generar que él se haga expulsar. Es necesario precisar que si hay elementos con los que uno, en tanto sujeto no esté de acuerdo, han de ser ponderados si ponen trabas para su actuar en tanto analista. 
Lo anterior implica poner en perspectiva tres actores: el discurso institucional, el del sujeto al cual uno recibe (posible paciente) y el de uno mismo en tanto analizante, es decir, en tanto que se analiza. Sitúo las cosas de ese modo respecto del analista, pues el análisis personal es central no sólo para ejercer la función de analista, sino que también para poder localizar los elementos que tocan al analista en su singularidad y su relación, por ejemplo, con la institución y la teoría.
En varios aspectos la siguiente referencia orienta acerca del trabajo que puede realizar un analista, en tanto sujeto, en una institución, la autora dice: “Se trata de una apuesta introducir el discurso del analista en una institución que por naturaleza, lo rechaza. (Storti, L. 2012, p. 542) Este aspecto toca, si se quiere, un ideal al que puede aspirar un sujeto interesado por el psicoanálisis en una institución. Es por eso que más adelante sitúa que el analista tendrá por función hacer circular los cuatros discursos, tal cual como Lacan lo retomara a la altura del seminario 20. Se puede proponer con lo anterior, que el analista no será, en tanto que opere como tal, indiferente ni a los sujetos que atienda, ni a los sujetos con los que trabajen junto con él en la institución, en tanto que incida o mejor dicho, modifique, algo de la posición de los dos actores referidos.
Entonces, se trata de un nudo entre estos tres actores, a saber: analizante (paciente), sujetos de las instituciones (trabajadores) y el analista. Se produce una ínter-relación entre los actores, donde, el analista si ha de operar en los términos recién expuestos, es decir, que genere un movimiento de discurso, este sería, a través de hacer escuchar a cada cual (trabajador y paciente), algo de su manera de desear, su manera de gozar.

Claudio Morgado
Miembro ALP

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