Nos encontramos en una época
comandada por un mercado caracterizado por el efecto de radicalización de la operación de producción
de objetos de libre disposición. Esta situación
ha tenido consecuencias devastadoras para la subjetividad, fomentando la
ilusión que todo puede ser un objeto de consumo. Un ejemplo paradigmático de lo
anterior son las drogas, objeto de consumo que se ha convertido en ícono de la
operación hipermoderna del mercado. Las personas que ingieren una sustancia con
cierta habitualidad se les denomina popularmente "consumidores",
forma que grafica que las drogas son el paradigma del consumismo de nuestra
época. Las drogas enfrentan al sujeto a la dificultad de aceptar la pérdida y
postergar la satisfacción, situación que queda reflejada en el consumo de la
Pasta Base, sustancia que produce un efecto de euforia tan breve que empuja al
consumo sin freno. Si el consumo
hipermoderno no se detiene en su sucesión vertiginosa, no hay tiempo para estar
con el otro. Esa es una de las consecuencias más devastadoras de las
adicciones, corta con los vínculos y lazos con los otros dejando al sujeto solo
en su con-su-mismo.