Desde una perspectiva
psicoanalítica, el abordaje del consumo de drogas implica un cuestionamiento de
la misma categoría diagnóstica de adicción, es decir, de presuponer de antemano
que el uso de drogas por parte de un sujeto, implica necesariamente una
dependencia. En otras palabras, que el consumo de una sustancia es un problema
para el sujeto sólo por los efectos neurobiológicos que produce la droga. Desde
la clínica se puede constatar en muchas ocasiones, que el consumo de una
sustancia es un intento de solución por parte del sujeto. En ciertas
circunstancias como un intento de automedicación para sobrellevar alguna
dificultad física, social o emocional, en otras, se transformará en aliciente
para aliviar el malestar de vivir del sujeto y arreglárselas con el pesar que
puede constituir las frustraciones e
imposibilidades de la existencia. No es extraño encontrar en la clínica sujetos
adolescentes que ante las dificultades y desorientaciones que implica el
surgimiento del deseo sexual, ven el uso del alcohol u otra droga como una
manera de vencer la inhibición y la angustia que les produce el abordaje del
otro sexo.
En resumen para el psicoanálisis,
por lo menos el de orientación lacaniana, la adicción no existe, más bien lo
que encontramos son sujetos que utilizan alguna sustancia como intento, muchas
veces fallido, de arreglárselas con el malestar. Freud en su clásico texto,
"El malestar en la cultura" proponía que el hecho mismo de la vida
cultural implica una renuncia pulsional, es decir, restricciones a ciertos
modos de obtener placer y satisfacción, siendo necesario que cada sujeto encuentre
satisfacciones sustitutivas que estuvieran acordes a las exigencias culturales.
Sin embargo, a pesar de que la cultura ofrece modos de satisfacción
sustitutiva, siempre se mantiene cierta insatisfacción, cierto malestar
cultural por renunciar a esa satisfacción primera. Maneras de mitigar ese
malestar se encontraran en el trabajo, el arte, el amor, pero Freud también
nombrará las drogas como una particular manera de arreglárselas con el
malestar, que a diferencia de las anteriores, guardarán el peligro de cortar
con el vínculo con los otros y dejar al sujeto en una satisfacción autoerótica
(Freud, S. 1930). En definitiva, no se trata en el psicoanálisis de abordar las
drogas solamente por los efectos que producen a nivel neurobiológico, sino de comprender
la función que cumple en relación al malestar del sujeto.
Alejandro Góngora
ALP Chile
Hola,
ResponderEliminarY eso como sería llevado a la práctica?
Tal vez un ejemplo en el contexto chileno sería de ayuda.
Saludos!
Un ejemplo posible: Un sujeto junto con su familia consulta por dificultades con el alcohol, presenta periodos de consumo excesivo, fines de semana que bebe de viernes a domingo. Sin embargo, logra mantener su trabajo, el cual es un espacio donde encuentra satisfacción y reconocimiento, cosa que no ocurre en el contexto familiar, donde constantemente se siente traicionado y engañado.
ResponderEliminarEl alcohol se presenta como una manera de salir del aburrimiento, del tedio y de la angustia que le genera tener que lidiar con las dificultades familiares, de las cuales no habla.
¿Qué hace el analista en este caso? ¿Asume que es un sujeto alcohólico?
Mi opción fue descentrar el tema del alcohol y entrar por el lado del malestar que lo lleva a beber, la angustia en lo familiar. Esto lleva al sujeto sentir que yo no lo juzgo y se siente escuchado en su malestar. Ante las dudas de realizar un tratamiento decide tomar la proposición del analista, tener unas sesiones para después decidir si quiere continuar.
¿Es un intento por tomar la palabra y no la botella?
Atentamente
Alejandro Góngora
Un texto que revela con potencia la ética subversiva, en el sentido que sub-vierte, que sostiene el psicoanálisis. Cómo el psicoanálisis de orientación lacaniana sitúa el reverso de la Época en la experiencia y la clínica. El reverso como aquello que la Época oculta.
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